martes, 25 de agosto de 2009

¿Quieres ser mi amiga?

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? Este verso de Lope de Vega expresa perfectamente lo que sentí mientras conversaba con una joven venezolana de 16 años que conocí en mi primera experiencia misionera.


Después de finalizada una de las actividades para los adultos, esta chica de ojos grandes y mirada tierna se me acercó. Con timidez me dijo que le había gustado mucho mi mensaje de aquella noche para luego hacer la pregunta que más hondo a calado en mi corazón. “¿Tú quieres se mi amiga?”, preguntó. En su expresión pude percibir la esperanza, el deseo sincero de establecer conmigo una verdadera amistad. Sentirme escogida por ella fue un sentimiento indescriptible.


Mi primera reacción fue darle un abrazo y decirle: “¡Por supuesto que sí!”. Tenía una mezcla de alegría y confusión. “Señor, no merezco tanto amor por parte de alguien que acabo de conocer,” me decía a mi misma. Esta joven logró conmoverme profundamente y confirmó mi compromiso de ser un buen ejemplo para ella y para los demás.


En ella vi reflejado al mismo Jesucristo haciéndome la misma pregunta: “¿Quieres ser mi amigo?” Igualmente me siento incapaz de merecer tanto amor. “¿Quien soy yo para que te fijes en mi? En este encuentro comprendí que el verdadero valor de la amistad es la gran oportunidad que Dios nos brinda de amar. Esa misma amistad que Jesús, con su ejemplo, nos enseñó. “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos.” (Jn 15, 13)


Hoy le doy gracias a Dios, porque a través de esta experiencia, me dio la oportunidad de reflexionar sobre cómo mi amor debe concretarse en actitudes y comportamientos que enriquezcan mis relaciones con los demás. Que aprendiendo a ser un buen amigo como lo fue Jesús, puedo amar de la manera en que él lo hizo. Aunque no es una tarea sencilla, puedo afirmar que vale la pena vivir el gran regalo de la amistad sincera.


“GRACIAS SEÑOR PORQUE ME LLAMASTE POR MI NOMBRE. PORQUE ME DISTE LA OPORTUNIDAD DE SER MISIONERA.”


Este escrito fue publicado en Génesis Revista Juvenil, de la Parroquia Sagrada Familia de Corozal Vol. 9 Año 2, 2001; después de regresar de mi experiencia misionera en Venezuela. Tenía 21 años.

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